REAL, ILUSTRE, ANTIGUA, FERVOROSA Y FRANCISCANA HERMANDAD SACRAMENTAL Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL SANTO SUDARIO, SANTÍSIMO CRISTO DEL BUEN FIN Y NUESTRA SEÑORA DE LA PALMA
La Hermandad del Buen Fin tiene su sede en la Iglesia del Convento de San Antonio de Padua en la Calle San Vicente. Procesionan dos pasos: El Cristo del Buen Fin y la Virgen de la Palma.
CRISTO DEL BUEN FIN
VIRGEN DE LA PALMA
Es uno de los pasos más originales, tanto en su traza como en los motivos ornamentales utilizados, debido a su diseño regionalista propiamente dicho, exponente de la consagración de un estilo que había tenido sus inicios en ejemplares anteriores y que Ignacio Gómez Millán llevaría a sus últimas consecuencias. Reproduce los planteamientos estilísticos que se habían desarrollado en las ornamentaciones de las fachadas de los edificios regionalistas, concretamente de estilo sevillano, y en la producción de cerámica. El cáracter arquitectónico del paso, con los elementos ordenados y estructurados, sigue las pautas regionalistas, con algunos resabios propios del estilo del Renacimiento, que ya se aprecia en la propia articulación del techo. Se proyectó su confección en 1929, completándose en 1930. El resultado fue un paso original, con los bordados que el taller de Victoria Caro había realizado tanto en bambalinas como en el techo de palio. Los trabajos de orfebrería corrieron a cargo de Eduardo Seco Imberg. También intervino Antonio Castillo Lastrucci ejecutando los preciosos ángeles de bambalina, además de los pequeños bustos de los cuatro Evangelistas ubicados en el techo de palio. En años sucesivos han habido otras intervenciones.
La corona, combina oro amarillo y blanco, consta de canasto, ráfaga y dos falsos imperiales en forma de palmas de los que pende una paloma como símbolo del Espíritu Santo. En el canasto destacan ocho hornacinas, seis de ellas con miniaturas de seises en oro, oro blanco, brillantes y aguamarinas. En la hornacina central se halla una reproducción de la custodia de San Antonio de Padua y presiediendo la parte posterior una Inmaculada Concepción. Las hornacinas se rematan por jarrones con flores a semejanza de los que lleva el palio en su cornisa, que se alternan por tríos de espigas. La ráfaga posee pequeños motivos vegetales y calados. Está presidida por una cartela calada con el emblema del abrazo franciscano sostenido por un querubín con alas de oro blanco. Repartidos por toda la ráfaga hogeneámente, se encuentran los escudos de Juan Pablo II, Benedicto XVI, Cinco LLagas Franciscanas, Cabildo Catedral, Ciudad de Sevilla, San Antonio, Centro de Estimulación Precoz, parrilla de San Lorenzo, etc. Todo el conjunto se perfila con grupos de rayos lisos y flamígeros. ha sido dibujada por Antonio Dubé de Luque y realizada en oro de ley por Manuel de los Ríos, de Orfebrería Andaluza, en 2005 estrenada en la Coronación Canónica. Los Hermanos y devotos donaron todo el oro necesario para su realización. Pesa 4.500 gramos, oro de 22 y 18 quilates y alrededor de 1.000 piedras preciosas.
El techo de palio, concebido siguiendo las normas de tracería de los techos del renacimiento italiano; constituye una de las joyas más significativas de la Semana Santa de Sevilla, donde el diseño regionalista llega a sus últimas consecuencias. Su planta rectangular, articulada en marcos geométricos a base de dibujos rectangulares y poligonales, rompe su frontalismo con el juego de perspectiva visual, en el centro de la composición, con una preciosa arquitectura fingida a modo de balaustrada que en tantas ocasiones utilizaron los artistas renacentistas y, posteriormente, en la pintura barroca. En los extremos de los lados superiores se coloca un rico repertorio decorativo, alternando marcos rectangulares con motivos a base de roleos, flanqueados por columnas salomónicas, con elegantes parejas de pavos que flanquean copas, fingiendo ser de alabastro y mármol azulado, con hojarascas y frutas. También se sitúan unos rectángulos de tisú de oro que flanquean a los cuatro altorrelieves de los evangelistas, estando policromados y con paños estofados, rodeados por una orla de roleos para darle más resalte a las pequeñas esculturas. Las imágenes de los evangelistas son obra de Castillo Lastrucci. En los vértices, y para romper la monotonía visual hay cuatro cartelas alusivas a la Virgen, con caracteres de oro sobre fondo azul.
A modo de Gloria se coloca una arquitectura fingida como rompimiento de gloria, con el tema del Triundo de la Cruz, que es en realidad una alegoría al Santo Sudario, titular de la Hermandad, con un gurpo de ángeles, en difícil equilibrio, sosteniendo la Cruz, cuya parte superior queda enmarcada por tres cabezas de querubines, a los que se superponen dos ángeles con corona de espinas, culminando con la figura del Espíritu Santo. La escena está circundada por una balaustrada de estructura salomónica, con colgaduras a modo de guirnaldas rematadas por jarros de flores, ocupando la basa de las mismas singulares cabezas de querubines, que recuerdan los utilizados en la plástica de la retablística sevillana.
Las bambalinas constituyen por sí solas un planteamiento original. Realizadas en terciopelo azul, totalmente caladas, pero sin mallas, con un interesante repertorio decorativo con el paño central precedido por la escena de la Asunción bordada en sedas de colores sobre tercipelo, mientras que en las laterales aparece un grupo de ángeles contrapuestos en cuyo eje se ha colocado la cabeza de un querubín de original diseño. Dicha escena hace referencia a la devoción presente en el seno de la hermandad, en el momento del tradicional juramento de reglas y en la función principal del instituto. El frontal trasero repite el mismo esquema compositivo, ubicando en el centro, el escudo cardenalicio.
Las bambalinas laterales están definidas con el mismo lenguaje estético, destacando en el paño central, el anagrama de María, flanqueado por unos ángeles de madera policromada, con un precioso tocado de paños quebrados, y rostros de suave fisonomía. Cabe destacar en el remate de la cornisa la inclusión de magníficas jarras con asas en forma de roleos, bordados en oro y seda a modo de perillas, que sigue la tipología comúnmente utilizada en las fachadas de edificios regionalistas. Es digno de observar en directo, el movimiento que poseen estas bambalinas al andar por las calles sevillanas, siendo una de las pocos pasos de palio que mantiene esta tradición.
Manto de salida de Nuestra Señora de Palma, diseñado por Rafael Vallejo Blanco y ejecutado en el Taller de Sobrinos de José Caro en 1960. Bordado en oro sobre terciopelo azul, muestra un portentoso candelieri en el que hay un gran desarrollo de hojas de acanto, dispuestas de forma acompasada y geométrica sobre el terciopelo, combinadas con tallos de terminaciones acracoladas, cintas, resaltadas con hilos de sedas de tono granates, rosas abiertas y capullos. En lo alto del candelabro central, dos angelitos tocan la trompeta a modo de pífanos, y del canasto se despliegan hojas de palma. A cada lado del motivo central descrito, se disponen sendos candelieri de tono más clacisista y de menor desarrollo.
Un gran despliegue de elementos renacentistas como son los acantos, macetones, querubines, palmas y flores, que fueron pasados por Paleteiro con motivo de la Coronación Canónica de 2005, sobre terciopelo azul marino. También se sustituyó la blonda exterior del perímetro del manto por una nueva, realizada a mano, en un convento de monjas de Barcelona.
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Imagen tomada de "Pasión en Sevilla" |
Estrenada en 2010, la saya para Nuestra Señora de la Palma Coronada, fue donada y realizada por la hermana de esta corporación y miembro del taller de bordados de la misma, Pilar de la Haza Oliver. La obra destaca por su singularidad al estar realizada en hojillas sobre malla de oro en encajes de bolillos, estando complementada con cuerpo y mangas bordadas por ambas caras a juego.
Los cañones de los varales fueron realizados en 1930 por Eduardo Seco Imberg. Constan de cinco tramos divididos por nudetes, estando el inferior igualmente dividido en dos partes. Presentan decoración muy simple a base de hojas de palma. Fueron reformados por Manuel de los Ríos. Por su parte, los basamentos, fueron realizados en 1990, con diseño de Rafael Vallejo Fernández. De estructura circular, a modo de capillas o templetes que albergan escenas de las Virtudes Teologales
Los respiraderos son obra de Manuel Seco Velasco de 1962, destacando la intervención de Luis Jiménez Escrivá en los relieves que los ornamentan, y que son alusivos a la Pasión.
Los candelabros de cola, fueron ejecutados por Manuel de los Ríos en su taller de Orfebrería Andaluza en 1992, siendo diseñados por Rafael Vallejo Fernández, hermano de la Corporación. Basados en el púlpito de la catedral de Pisa, con un interesantísimo programa iconográfico en sus basamentos, apareciendo en las columnas las figuras de San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, San Buenaventura y San Diego de Alcalá; en el fuste central, las Virtudes teologales y en el friso, los relieves del Nacimiento, Huída a Egipto, Bodas de Canaá, Calle de la Amargura, Calvario, Traslado al Sepulcro, Piedad y Asunción.
El llamador se fecha en 1981, realizado por Ángel Gabella Pérez. El diseño es alusivo a la advocación mariana, con la escena del ángel sosteniendo una palma.
En la delantera del paso de palio, se enuentra el templete en cuyo interior se reproduce, en plata de ley, el Abrazo de Jesucristo Crucificado a San Francisco de Asís, obra también de Ángel Gabella Pérez en 1977. Toma como modelo un boceto de Bartolomé Esteban Murillo para la realización de dicha obra, datada entre 1668 y 1669, lienzo conservado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y procedente del Convento de Capuchinos de dicha ciudad.
Las jarras, diseñadas por Rafael Vallejo Fernández, hermano de la corporación, y ejecutadas por Manuel de los Ríos de Orfebrería Andaluza, en 1992.
Llevan incorporadas pequeñas cartelas con escenas de la Pasión