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viernes, 16 de septiembre de 2011

SANTUARIO DEL CRISTO DE TACORONTE



Hoy nos trasladamos hacia el norte de la isla de Tenerife, concretamente hasta Tacoronte, donde se venera desde hace siglos con gran fervor la imagen del Santísimo Cristo de los Dolores. Comenzaremos recorriendo su convento e  iglesia, el Santuario del Cristo de Tacoronte.

En 1649 los frailes agustinos calzados fundaron el Convento de San Sebastián, sirviéndose para ello de una primitiva ermita, como capilla para los oficios religiosos. Tendrá vigencia y la titularidad de San Sebastián, hasta que se construya el nuevo recinto conventual. 
El patronato de la actual edificación correría a cargo de Don Tomás de Castro y Ayala, y el capitán Don Diego Pereyra de Castro, dos regidores laguneros con estrechas vinculaciones con el comercio indiano. Este nuevo templo tomará la advocación del Santísimo Cristo de los Dolores y Agonía, y San Sebastián.



La iglesia se construyó hacia el año 1664. Por estas fechas el maestro Domingo Rodríguez Rivero se encontraba trabajando en la Iglesia de Santa Catalina del municipio, así como en la de Taganana. Considerado como el mejor arquitecto del siglo XVII en la isla de Tenerife, y posiblemente en todo el archipiélago, será quien se encargue de las obras. Conjuntamente con él, trabajaba Juan Alonso de Córdoba.
Tiene planta de salón, de tres naves con cuatro tramos cada una, situándose la capilla mayor de forma rectangular en la cabecera de la misma. Junto a ella se encuentra la sacristía con acceso directo al presbiterio y al claustro conventual. Las naves se cubran por techumbres de madera (armaduras de parhilera, con tirantes y decoración de soga y lacerías) que descansan sobre columnas seudodóricas de fuste liso que se elevan sobre basamentos cúbicos. A los pies de la iglesia, y en alto, se ubica el coro. 




Posee una portada principal, y dos laterales. Una de ellas comunica con el convento, mientras que la otra, denominada de San Sebastián, lo hace hacia la calle. Todas ellas son de medio punto.

                                              

La fachada principal, está realizada completamente en cantería, está inspirada en la arquitectura civil. Su diseño debe atribuirse al Capitán Antonio José Eduardo, hermano de Diego Nicolás Eduardo. Presenta tres vanos de acceso, el central más amplio que los laterales, estando flanqueado por columnas pareadas de fuste curiosamente estriado. Sobre los capiteles corintios corre un entablamento quebrado sobre el que se dispone un friso con rica decoración de rosetas y pequeños rectángulos entre aletones en forma de s. Sobre la cornisa que se despliega a modo de volado, se alza un segundo cuerpo de igual distribución que el anterior, pero de menor escala, y que presenta como mayor diferencia la decoración de los basamentos y los roleos del friso. Ocupa su centro un ventanal con arco de medio punto sobre jambas apilastradas.
La cornisa superior recorre todo el frontis, que junto a dos óculos y sendas gárgolas, en forma de raro animal, completan el conjunto. Por encima, como remate del conjunto cabe destacar un gran frontón  triangular, flanqueado por dos espadañas muy de regusto canario. Destacar que esta fachada muestra semejanzas con la de la iglesia de San Cristóbal de Puebla de los Ángeles (México), aunque se desconoce que relación pudo existir.




Una de las gárgolas



En el centro de la portada se dispone el escudo de armas de los patronos del convento, la familia Pereyra de Castro Ayala.



La cubierta de la Capilla Mayor muestra la técnica del ataujerado, o lo que es lo mismo, maderas ensambladas en fina labor de lacería formando octógonos, crucetos, y estrellas entre otros motivos geométricos. De su almizate cuelgan piñas de mocárabes. Tras una balaustrada de metal plateado se abre el segundo espacio, con el altar y retablo. El altar es obra del mismo platero que realizó el de la iglesia de Santa Catalina, conocido como Juan Domínguez. El retablo es neoclásico del siglo XIX, constando de un solo cuerpo dividido en tres calles, separadas por columnas corintias. Las pinturas laterales son obra de Gumersindo Robayna. Se trata de dos ángeles que portan sendos símbolos de la Pasión de Cristo: el coón y un recipiente de ungüento. En el centro del retablo se abre una hornacina que da cobijo a la imagen del Cristo.
En esta misma capilla las estatuas orantes de los patronos del convento, Don Tomás Pereyra de Castro y su hermano, el agustino Fray Juan Carrasco de Ayala. Datan del siglo XVII, son de origen genovés y fueron realizadas en mármol blanco. 








Al fondo de las navales laterales, las techumbres muestran tableros pintados con ricos colores, mostrando una decoración a base de motivos barrocos y símbolos de la Pasión, Muerte y Resurrección. Se recurre a esta ornamentación para hacer que este tramo se diferencie del resto de la nave, a modo de capilla. Nos encontramos por tanto ante la Capilla de San Agustín en la nave de la Epístola, y la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores en la del Evangelio. 
El retablo de San Agustín, que vemos en la imagen superior, se encuentra rematado por una pintura del círculo de Domingo Hernández de Quintana, datado en el siglo XVIII, y que representa a la Virgen con el Niño Jesús, entregando la sagrada correa a San Agustín y Santa Rita. La talla del nazareno es del siglo XVII, al igual que la de San Agustín, mientras que la pequeña imagen de San Sebastián pertenece al siglo XVIII. 



El retablo de la Dolorosa consta de un solo cuerpo y sagrario sobre el altar. De gran exhuberancia ornamental pese a la cual destacan los elementos arquitectóncios. La hornacina se concibe a modo de trono imperial, cubierta con chapitel semiesférico, rematado con dos angelitos que sostienen una cartela con las iniciales mariana. Las colgaduras en forma de cortinajes, se abren recogidas por cuatro angelitos que permiten ver el interior del nicho.
Las pilastras laterales se rellenan con relieves de estípites hasta el tercio superior donde surgen dos figuras, de más de medio cuerpo, desnudas, que nos recuerdan las imágenes empleadas en el barroco americano.
El remate, formado por un conjunto de hojarasca calada, lleva por voluntad del donante, el medallón en relieve de San Diego de Alcalá abrazando la cruz. Dos angelitos a los lados del medallón y otros dos recostados, sosteniendo una corona, completan el conjunto del remate. La imagen de la Vrigen de los Dolores data del siglo XVII.





Jesús entre los Doctores, del círculo de Hernández de Quintana, siglo XVIII



La Adoración de los Reyes Magos, círculo de Hernández de Quintana, siglo XVIII. Destaca el tratamiento de los ropajes y la perspectiva lograda a través de la arquitectura fingida que sirve de fondo.



El convento, situado a la derecha de la iglesia, es un edificio de planta cuadrada en torno a un patio central, de dos pisos, y claustro interior de doble galería columnada en sus cuatro lados. En su austera fachada destaca el arco de medio punto de piedra volcánica, con un balcón añadido en épocas posteriores. Formando parte del conjunto, y en su trasera, se encontraba una huerta que los frailes dedicaban a la siembra de hortalizas y vid.



En el piso inferior se encontraba la sala capitular, el refectorio que durante algún tiempo fue la celda del sacristán. En el piso superior se ubicaban las celdas de los demás frailes, así como una puerta que comunicaba el la galería alta con el coro de la iglesia.



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